Una organización oaxaqueña aproxima jóvenes norteamericanos a la vida y la riqueza cultural de México a través de experiencias y diálogos con los actores del Oaxaca real.
Por Ricardo Carrena(Buenos Aires)
Foto: Gentileza Ollin Tlatohalli
El equipo de Ollin Tlahtoalli (ollinoaxaca.org.mx ) con sede en Oaxaca, trabaja en las sierras cercanas, con las comunidades zapotecas, sosteniendo la valorización de su propia cultura frente a procesos de emigración, y ofreciendo a jóvenes de EE.UU y Canadá la posibilidad de vivenciar experiencias que, desde el vínculo personal, echen por tierra temores y viejos prejuicios.
Entrevistamos a su Director y Fundador, Omar Nuñez-Mendez, experto en lingüística y educador que ha desarrollado varios programas sobre pedagogía intercultural, y nos habla sobre esta tarea de ir desmantelando muros y construyendo comunidad entre americanos.
-Uno de sus Programas busca sensibilizar a jóvenes de EEUU y Canadá en la integración a la cultura zapoteca y a la historia de México por medio de la convivencia con esos grupos originarios.
Sí, la sensibilización incluye al grupo Indígena Zapoteco de dos regiones distintas, pero en realidad busca sensibilizar a los jóvenes extranjeros respecto a lo que significa vivir en México y en los muchos Oaxacas que vivimos día a día. Oaxaca es un estado con mas de 17 lenguas Indígenas, pero la identidad no sólo es linguística, sino social, política, alimentaria, etc. Al acercar a los extranjeros con distintos grupos de Oaxaqueños, intentamos que éstos revaloralicen sus percepciones de Oaxaca, y México, a través de experiencias y diálogos con los actores del Oaxaca real, del Oaxaca que gana menos de 7 dólares por día después de 8 horas de trabajo, del artesano que vende muy bien dos meses pero sufre seis, del campesino que tuvo que usar químicos para competir con las transnacionales. En estos encuentros, los jóvenes de fuera aprenden sobre las causas de la migración, sobre los bajos salarios de México, sobre los muros entre EEUU y México, sobre la violación de derechos humanos en México, EEUU Y Canadá, especialmente sobre los grupos Indígenas.
Foto: ollinoaxaca.org.mx
Foto: ollinoaxaca.org.mx
-¿Cómo surgió esta idea?
La idea no surge en un día o en un momento específico. Nuestro deseo de crear puentes de sensibilización se va alimentando de experiencias como oaxaqueño, como un oaxaqueño que ha trabajado por romper esquemas equívocos de identidad dentro y fuera del origen. Desde la niñez, muchos Oaxaqueños vivimos la historia colonialista (la búsqueda por el bisabuelo Francés o Inglés; los desprecios hacia el compañero de clase de origen Indígena, la negación del familiar que hablaba una lengua indígena, etc.). Como mestizo Oaxaqueño que ha visto y experimentado el estigma colonialista que minimiza la identidad Indígena y exhalta lo europeo.
–Supongo que los jóvenes del “Norte” se acercan con interés y apertura, pero también son portadores de preconceptos familiares que circulan en sus países. Cuáles son las principales dificultades que presentan al vivir esas experiencias?
La principal es “la trampa de la comparación cultural”, donde para tratar de entender un fenómeno sociocultural, nos aferramos a compararlo con aquello que nos es familiar y creemos entender, desde posiciones usualmente de privilegio (color de la piel y clase,etc.). En nuestro programa, motivamos a los estudiantes a ser más críticos de esta común comparación cultural, para acercarnos a una comprensión menos subjetiva y más informada, alimentada por experiencias y conocimientos locales, todo en espacios seguros, donde el diálogo y el análisis crítico es el común denominador.
-¿Cómo desarrollan ustedes su actividad?
Parte en la ciudad de Oaxaca, entre actividades académicas, charlas, presentaciones y visitas a otras organizaciones oaxaqueñas con visiones y misiones comprometidas con la ciudad, y luego pasamos un día por semana en alguna comunidad, a veces un fin de semana completo, interactuando con los niños, niñas y jóvenes que son parte de nuestro proyecto de arte-identidad. Promovemos interacciones con líderes comunitarios, quienes comparten su experiencias en los pueblos, hablando sobre el trabajo, la organización, educación, medicina, etc.
Foto: ollinoaxaca.org.mx
-¿Dónde se hospedan los jóvenes que vienen del exterior a Oaxaca y a las comunidades zapotecas?
Los estudiantes se hospedan con familias oaxaqueñas de clase media, quienes se benefician también del ingreso económico, y fungen como mentores en el proceso de entender lo que puede significar ser oaxaqueño-a.
Foto: ollinoaxaca.org.mx
-En general ¿cuáles son los elementos valorativos que se llevan los jóvenes del contacto con Oaxaca y con los zapotecos?
Esto varía, depende mucho de cada experiencia y de las decisiones personales de cada estudiante (e.g. tomar la reflexión crítica como un ejercicio de crecimiento, permitirse cometer errores en el lenguaje y abrirse a nuevas formas de comunicación, etc.). Sin embargo, los jóvenes se llevan por lo general, más que nuevos valores, nuevas formas de entender y analizar conceptos como «cultura», «culturas», «conocimiento», conocimientos tradicionales vs. saber científico, alfabetismo vs. analfabetismo, vivenciado desde un punto de vista que toma la lectura de la naturaleza, por ejemplo, como parte del ser “alfabeto o letrado”. Es un Indigenismo con mayúsculas y desde el centro, no desde la periferia colonialista, etc.
-Si han podido mantener ustedes vínculos posteriores a la experiencia, sabes cómo fue la inserción de regreso a su país, y si alguno pudo desarrollar y potenciar esa experiencia en su medio?
Siempre tenemos uno o dos estudiantes que confirman su deseo de ser educadores, de usar el conocimiento local como base de proyectos. Estos son estudiantes que han sido empoderados y buscan empoderar por medio del arte y el diálogo, principalmente a niños y jóvenes.
-¿Cómo ven y valoran a Oaxaca y a sus comunidades los jóvenes mexicanos de las ciudades, que viven diariamente en la cultura hegemónica de los medios masivos?
Difícil decir. En general, creo que los medios siguen perpetuando dos ideas opuestas pero igualmente peligrosas: 1. La idea romántica del Indígena que transpira tradiciones, colores y vestimentas lindas, y que espera a ser reencontrado en el discurso del turismo mágico, 2. La idea equívoca del Indígena pasivo, analfabeta y tímido que espera la ayuda del gobierno y quiere migrar para realizar el sueño americano.
-¿Has podido desarrollar esta misma experiencia con jóvenes de los sectores urbanos del propio México?
No. Pero estamos en el proceso de acercarnos más y más a los jóvenes de estos centros.
-¿Qué piensan y sienten los indígenas de estos jóvenes que los visitan y conviven cierto tiempo con ellos?
Los niños tienden a aceptarlos con muchos menos preconcepciones que los jóvenes. Los niños los retan con preguntas sobre su color de piel, sus casas, sus orígenes. El ambiente que generamos de encuentro entre ambos grupos permite un diálogo abierto, donde vemos a los niños y niñas como nuestros guías en el aprendizaje de lo que ellos son y quieren o desean representar. La identidad de los jóvenes foráneos es usualmente confrontada también por estereotipos (todos los blancos son ricos, todos los blancos viven en el frío, etc.) lo cual genera conversaciones de mutuo aprendizaje. Algo muy interesante es que este encuentro sea en las comunidades, donde los niños y jóvenes Indígenas tienen control sobre el lenguaje, el espacio, las costumbres, las interacciones. Los visitantes, los extranjeros, interactúan con jóvenes que han sido empoderados por medio del arte y el diálogo, lo cual les hace más seguros al interactuar con los visitantes. Esto es lo que se ha llamado la “pedagogía del lugar” es decir, el poder que tienen los lugares para enseñar a los foráneos, junto con la gente que ahí vive y se desarrolla.